La experiencia de Roger:
“(…) Lo intentaba, una y otra vez, pero no
lo lograba.
Me detuve unos días y me observé, se suponía
que si no lograba era porque no tenía la energía suficiente.
¿En donde la perdía?
Observé principalmente a lo que sucedía
dentro de mí y luego en mi entorno y cómo ello me afectaba y comprendí.
Había vuelto a caer en viejas costumbres.
Comencé a intentarlo una vez más, sentía que
estaba por dar un salto (así sentía la experiencia: como si fuera a dar un
salto).
Silencié profundamente mi mente, sólo éste
instante importaba y si no lo lograba: tampoco importaba.
Y volví a hacer girar los cristales, una
especie de cometa pequeña comenzó a recorrer una a una las puntas de los
cristales, como uniéndolos en un solo lazo energético.
Y de pronto…
Una luz cegadora explotó.
Di el salto, ya nada sentía que me ataba,
una energía amarilla todo lo inundaba, ¿O me inundaba?
Flotaba, literalmente flotaba, probé moverme
de lugar y pude comprobar que cualquiera sea la decisión que tomaba sobre dónde
ir, era terminar de decidir y ¡zas!
Allí estaba. Me sentía muy pleno, como si
estuviera más completo, me inundó una serena paz, una serena felicidad, de la
cual no quería ya salirme.
Pero pronto comprendí que mi mundo emocional
no me daría tregua, que necesitaba estar atento al ciento por ciento. (…)”
Extracto del libro: "Un viaje a la plataforma estelar" de Alicia Bauer, basado en historias reales.
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