Yo ya no lo alimento..y tú?





Cuenta una antigua leyenda sioux que, una noche, al lado de la fogata del campamento, el viejo cacique de la tribu tuvo una charla con sus nietos acerca de la vida. El decía:


- Una gran pelea entre dos lobos tiene lugar dentro de mí:


Uno de los lobos es temor, ira, envidia, dolor rencor, avaricia, soberbia, arrogancia, culpa, resentimiento, orgullo, celos.


El otro lobo es bondad, alegría, amor, serenidad, humildad, generosidad, compasión, valor, fe, gratitud…


Esa misma pelea ocurre dentro de vosotros y dentro de todos los seres de la tierra.


Los niños pensaron unos minutos lo que decía el abuelo y , después de un silencio, uno de los niños le pregunto:


-Abuelo, y cuál de los dos lobos crees que ganara la pelea


- Ganara, sin duda, el lobo que tú más alimentes – fue su respuesta...






El ser humano es un pozo de emociones, emociones nacidas como respuesta sintomática a los pensamientos...Y casi siempre (por no decir siempre), esos pensamientos son actos mecánicos, mayoritariamente inconscientes, a los que no les prestamos atención pero que manifestamos continuamente.






Manifestaciones emocionales que nos alejan de poder reposar en el Ser, de poder estar en estado de quietud y calma, estado con el cual nacimos y nos pertenece por derecho propio.






¿Has sentido, a veces, tener esa dualidad dentro de ti?...Yo, a lo largo de mi vida, si...pero aprendí...






Aprendí que no hay dos lobos...sino uno...pero que éste uno tenía distintas caras y que a veces mostraba unas y a veces otras…






Aprendí que solo dependía de un microsegundo para que el lobo mostrase una cara u otra....






Aprendí que lo que marcaba la diferencia en aquél microsegundo...simplemente era el pensamiento que surgía en ese preciso instante....






Así que aprendí a observar a mi mente...a prestarle una atención constante sin juicio alguno...






Aprendí que ésta usaba unos mecanismos de los cuales yo no era consciente pero que “dominaba” todo mi hacer...






Aprendí que sin darme cuenta, unía pensamientos inconscientes con memorias del pasado y los proyectaba directamente al futuro, sin yo tener control de lo que sucedía…






Aprendí que la manera que tenía mi cuerpo de responder a estas memorias proyectadas era con emociones….emociones que me distaban de estar en ese estado de paz…






Aprendí que esas emociones no habían de ser reprimidas ni controladas, sino que la única manera de comprenderlas era aprendiéndolas…






Aprendiendo a escucharlas…escuchar el pensamiento que las generaba y lo que eso representaba para mi…






Observé que detrás de cada ira, de cada odio, de cada rabia, de cada juicio, de cada resentimiento, de cada etc.…simplemente había un miedo mío, una inseguridad mía, una necesidad mía…






Aprendí a que si las escuchaba, me responsabilizaba de ellas, las comprendía, las amaba y las agradecía, podía soltarlas…






Comprendí entonces que no hay dualidad en uno…simplemente oscuridad que precisa ser alumbrada…






Aprendí que yo también era esa oscuridad y que no podía renunciar a ella pues el no conocerla era lo que me llevaba a mostrar una cara u otra en función del pensamiento inconsciente que aparecía…






Aprendí a amar esa oscuridad que había en mi y a agradecerla, pues ello me permitía soltarla…






Comprendí entonces que el lobo es solo uno…y que solo depende de nosotros el que le demos el poder para tener más caras que alimentar o simplemente ser…






Comprendí que si no entramos a conocer las caras del lobo para ir soltándolas, lo que hacemos, sin ser conscientes es alimentarlo en cada instante....






Así que yo me detuve un día en mi camino...observé, vi y decidí: desde entonces que ya no lo alimento.....¿Y tú?...¿Te has detenido a observar que haces tú?




Marta Centellas

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