Espiritus propios


Cuando Leslie volvió de aquel viaje, más allá de la luna negra y blanca, comprendió que todo tenía espíritu, que el propio había sido-existido en diferentes épocas de la historia humana, así como en diferentes mundos fuera de éste, de variadas formas antes de tener un alma, y aún teniéndola ahora, su espíritu evolucionaba y se metaforseaba a sí mismo según las vivencias.
Todo comenzó una tarde que Ronald estaba trabajando, los tres hijos mayores estaban fuera de casa y Caitlyn, la más pequeña de sus hijos dormía la siesta. Leslie adoraba a su familia y compartir con ellos risas y momentos, pero también necesitaba esos pequeños momentos en soledad para sí misma.
Se preparó una taza humeante de té y se sentó en su pequeño jardín, dejó por unos minutos que su mente siguiera con el torbellino de pensamientos que solían divagar por ella, debido a sus muchas actividades, hasta que se acallaron dando paso al silencio interno, que lejos de haber silencio, había otro tipo de imágenes y pensamientos, colores, voces, actividades tan o más reales que la realidad cotidiana-pensaba- Ya había “entrado” en uno de los recovecos de su memoria. Esos momentos sabían a gloria, no importaba que viviera o viera o sintiera en ellos; era “su” mundo propio, allí era ella misma, sin que nadie la viera- o eso pensaba-
Despierta y dando el primer sorbo a su té, pudo percibir delante de ella y un poco hacia arriba, tres entradas circulares, una al lado de la otra. ¿Adónde conducirían cada una?-se preguntó atónita mirando que por fuera de esas entradas, parecía que por dentro, esas entradas estaban ¿anilladas?-
¿Porqué no se decidía cuál elegir?-en un reflejo instintivo, se dio cuenta que su mente humana volvía a parlotear con el razonamiento, y ella ya sabía que era su espíritu quien debía decidir, no su mente racional-
Volvió a dejar discurrir sus pensamientos sin perder de vista esas entradas, hasta que su mente se acalló. Y de pronto su espíritu entró en una de esas “puertas circulares”. Leslie miró hacia ambos lados y hacia el frente, aquel espacio ya no era circular ni anillado como se percibía por fuera, había como un sendero medianamente recto delante de ella, pero hacia los costados el paisaje iba cambiando según avanzaba.
Dio un solo paso al frente, semi temblorosa, observando con sumo detenimiento que sucedería, cuando de pronto un especie de animal se le puso delante ¿Era un animal?- No estaba segura, pues no se parecía a ninguno de los de la tierra, sin embargo de alguna manera le resultaba familiar. Era color arena, alto y tenía ciertas protuberancias que salían de su cabeza. Leslie se colocó a la par de él, codo a codo y algo hizo que se percibiera a sí misma-¡Era iguales!-
Ella no entendía que era lo que sucedía, pero sintió que no corría peligro allí, así es que continuó adelante. Un paso más y ¡Zaz!, de uno de los lados, como saltando hacia el centro del sendero que ella recorría lentamente, se presentó otro ser. Hizo lo mismo que con el anterior, se puso al lado y la imagen de ella misma cambiaba hasta parecer una copia fiel de aquel ser. Algo en su cabeza le decía, que esas imágenes eran recuerdos de lo que alguna vez había sido su espíritu, de que alguna vez había tenido esa forma. ¿Pero dónde, cuándo, en que espacio o mundo? En ése momento no iba a tener las respuestas, el sendero la apuraba a recorrerlo entero-Ya sabría en otro momento masculló para sí, sintiendo la vieja impotencia de no tener el recuerdo completo-
Lentamente siguió adelante y a cada paso de uno u otro lado aparecían frente a sí más y más formas de seres, repitiéndose la situación, el ser y ella se paraban uno al lado del otro y las imágenes de sí eran idénticas.
Comenzaba a comprender, estaba yendo hacia atrás, hacia el pasado, recordando las veces que había encarnado como espíritu.
Cuando al fin llega al final de aquel sendero, salta literalmente al mar ¿O era el océano? No lo tenía claro, pero de allí emerge siendo un...[----] surge una forma humana  que corre a través de la selva. ¿Era suya? 
Su mente racional había vuelto a las andadas, y le decía: que no mujer! ¡Que no estás entendiendo![...]

Extracto del libro Bellator de Alicia Bauer

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